Cómo olvidar esas
advertencias de mamá “ahorita que venga tu papá le voy a decir que te portaste
mal” tan sólo recordar ese episodio en tu vida, una descarga eléctrica llega a
tu interior y te conmueve, por creer que tu padre era un ogro castigador, el
duro y el severo.
Pobre de tu papá, tener que soportar las quejas de tu madre sobre
tu mal comportamiento, después de un día estresante y agotador en su empleo y
pasar de ser tu héroe para convertirse en el ogro castigador que no te
compraría el yoyo que tanto querías, sí, ese que todos los compañeros del
colegio tenían y presumían con sus trucos; el perrito, el dormilón, la vuelta
al mundo, el columpio y demás. O tan sólo imaginar que te castigaría con no darte
la mesada o sin salir a jugar en el parque con la pelota, o que no verías girar
con una cuerda aquel trompo de madera y punta de acero que tu padre mismo usó
cuando fue pequeño.
Ya que ha pasado el
tiempo y que te has convertido en padre de familia sabes lo difícil y
complicado que es ser padre, pero bien dice el dicho “qué padre ser padre”
porque ahora tienes la dicha de estar en la otra cara de la moneda y puedes
llegar a sentir eso que tu padre sintió y siente por ti cuando ves a tus
propios hijos equivocarse o acertar en su crecimiento. Y es aquí cuando las
lágrimas por felicidad y a veces también por angustia ruedan sobre tus mejillas
y quisieras resolverles la vida. Ciertamente no puedes estar ahí siempre sobre
protegiendo y resolviendo sus pequeños o grandes problemas. Cuesta muchísimo
trabajo darse cuenta que debes dejarles cometer sus propios errores para que
aprendan: “nadie escarmienta en cabeza ajena” ahora es cuando entiendes esas
palabras tan sabias que te decía; cuando seas grande dirás: “pero qué razón
tenía mi padre” y es cierto, por más que duela, que moleste y hastíe no es más
que la pura verdad.
Sin embargo, papá a diferencia
de mamá es el que pasa por alto tus berrinches, tonterías y rabietas. Quizás harto
de no poderte ver en toda la semana o simplemente para tratar de conocerte
mucho mejor, sólo te contempla quieta y firmemente. Y para ser francos quién no
vio a papa como un héroe, quién no trató de imitar todas sus acciones, desde
que se levantaba, se duchaba, se acomodaba la corbata y tomaba las llaves del
auto para irse a trabajar. Tan sólo recordar que alguna vez te quedaste
contemplando por la puerta su partida, pensando que algún día tendrías la edad
suficiente como para conducir tu propio auto e ir al trabar, vale la pena
detenerte antes de subir al coche y contemplar a tu hijo hacer lo mismo para
regresarte y darle un beso muy grande y un abrazo enorme pues cuando menos te
des cuenta, también tendrá sus propios hijos y experimentará lo mismo que tú
experimentas.
Este 21 de Junio
celebremos a papá con algarabía, sin restricciones, sin tapujos y disfrutemos a
su lado del día más largo de todo el año ante la presencia del equinoccio del
verano. Démosle un beso, un abrazo un apretón y digámosle: ¡te amo papá!
Gracias por ser mi padre.
Dedicado a mi padre:
Salvador Morales.
Enrique Caro.
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