martes, 22 de diciembre de 2015

A vivir mientras se pueda.



Pero mi amigo, hoy en día qué no te mata;

El astro rey y su cáncer de piel,
el alcohol con su gran oferta de efectos y enfermedades,
esa maldita depresión con sus suicidios,
aquella adrenalina y sus arranques de éxtasis.

La comida contaminada y alterada químicamente nos produce alergias y la grasa de todo lo frito bloquea las arterias, incluso dejar de comer también nos mata con su maldita desnutrición provocada muchas veces por la anorexia y la bulimia.

El exceso de estupidez que día a día incrementa, provoca tragedias irremediables, bien dice el dicho: que para estúpido no se estudia, se nace…

Y qué decir de esa grotesca soberbia que abunda en los artistas noveles y consagrados, en los dirigentes de los pueblos y en aquellos que tienen poder. Déjame decirte que esta puta soberbia se toma de la mano con la envidia, dan un paseo por el riachuelo de la prepotencia, se besan, se acarician a orillas del mar de la arrogancia y entonces, procrean la intolerancia que crece en los hogares; se baña, se viste, se calza y se alimenta perfectamente con todas las vulgaridades que provee la violencia verbal, física y psicológica.




El poder adquisitivo también nos mata, cuando compramos ropa, calzado, bebidas, alimentos, autos, casas, juguetes, calcetines y calzones para no andar desnudos tal cual la naturaleza nos ha mandado a este mundo. Le damos vida y crecimiento a uno de nuestros principales verdugos; la industria y sus fábricas con sus desperdicios y pestilencias que tiran en los ríos y mares de aquellos países con mano de obra tan, pero tan barata que da pena y risa y después de que te da pena y risa, sólo te quedan las ganas de pegarle de cabezazos a la pared y llorar, pero no del dolor sino del coraje y la rabia que provoca ver como se abusa de nuestros pueblos necesitados (esta es la esclavitud moderna).  

Ya lo sé, el cigarrillo y su diversos tipos de cáncer, de pulmón, de garganta, de boca, de paladar, de "lengua buche y machito". (el que por su gusto muere hasta la muerte la sabe)

La ignorancia es otra más que mata sin ton ni son, sin decir: agua va, agua viene, no se anda con rodeos, va al grano, saca la pistola y te pega un tiro en la cabeza, chao...

Pero qué tal los inseparables y eternos hermanos; el racismo y la discriminación, pueden comenzar por un sólo individuo hasta exterminar poblaciones enteras y evolucionar para llegar al genocidio.
Así es como este par compite con ese tan mentado y desdichado espíritu bélico de los países que desean seguir conquistando a los menos desarrollados. Pareciera que el primer mundo considera un error que todos aquellos subdesarrollados luchen por mejorar sus condiciones de vida. A aquellos de primer mundo se les olvida que por sus calles se desbordaba la pobreza y se respiraba la hambruna, se les olvida que la peste entraba a sus casas por las ventanas y rendijas de las puertas.

Pero mi amigo, qué no nos mata hoy en día; el odio que enerva nuestra sangre, la venganza que se sirve como plato frío pero repetimos una y otra vez hasta pecar de gula, como si se tratara de tacos, de ensalada fresca, de pollo refrito, de pasta, de hotdogs, de un asado, de sopa aguada, de paella, de kebap, etc., etc.

Sabes, el amor también mata, con su sanguinaria pasión que seduce hasta la más cruel y fina persona que se desdice de este sentimiento se deja matar por él. El amor toma un cuchillo entre sus dientes, se acerca hacia ti lenta y sigilosamente, te embelesa el oído, te hace arrumacos, te conquista y una vez que te tiene comiendo de la palma de sus manos, abre tu pecho vil, cruel y dolorosamente hasta dejarte desnudo el corazón, entonces lo observa quieta y detenidamente como si se tratara de algo fuera de este plano astral y sin decir nada te lo arranca; lo muerde, lo pellizca, juega con él y si se cansa lo arrumba en un cajón, en el armario o bajo la cama, total que le hace de todo lo que te puedas imaginar, pero eso sí, nunca te lo regresa. Es más fácil que compres uno o que lo pidas en donación a que el amor te regrese tu corazón, para él son trofeos insignificantes, pero de su propiedad.


Es más, al nacer, cada día que pasa morimos de a poco, lentamente,
así que a vivir, mientras se pueda vivir.
                                                                                       
Enrique Caro.