Esta es la segunda parte de las cartas a una mujer desconocida;
esa que baila y se desnuda ante los ojos del cielo,
corre a lado del mar
y construye una escalera para llagar a la luna.
Esa que arde bajo los témpanos de hielo,
se congela bajo los rayos del Sol,
es luz ante las sombras
y oscurece ante la luz.
Esa que le canta a los sordos como una cigarra
y le enseña a dibujar a los ciegos.
A esa, a ella a la mujer desconocida que sabrá Dios, dónde chingados se encuentra...
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